La noche catarí iluminó el circuito de Lusail con un espectáculo donde Max Verstappen reafirmó su supremacía en el mundo de la Fórmula 1. El neerlandés, tetracampeón mundial desde hace una semana, transformó su cuadragésima primera pole position en una demostración de control absoluto durante las 57 vueltas del trazado. Mientras tanto, su compañero de equipo, Sergio Pérez, vivió otra jornada complicada que evidenció el contraste entre las dos caras de Red Bull en esta temporada.
Desde el inicio, Verstappen partió como un misil. En los primeros metros, dejó claro que su principal rival no era otro piloto, sino el reloj. A pesar de que George Russell (Mercedes) y Lando Norris (McLaren) intentaron mantenerse cerca, el ritmo de Verstappen fue inalcanzable. Sus tiempos constantes y su gestión perfecta de neumáticos lo llevaron a construir una ventaja cómoda, lo que le permitió controlar la carrera de principio a fin.
Verstappen no solo lideró, sino que lo hizo con autoridad, dejando en claro por qué es el hombre a vencer en esta era de la Fórmula 1. La victoria en Qatar selló su decimoquinta victoria de la temporada, consolidando aún más su lugar entre los grandes de la historia.
Detrás del campeón, la batalla fue encarnizada. Los McLaren, liderados por Lando Norris y Oscar Piastri, demostraron que su evolución a lo largo del año no es casualidad. Ambos pilotos pelearon con Mercedes y Ferrari por las posiciones de podio, dejando maniobras que emocionaron al público. Norris logró superar a Russell en las últimas vueltas, asegurando un segundo lugar que lo mantiene firme en el subcampeonato mundial.
Por su parte, los españoles Carlos Sainz (Ferrari) y Fernando Alonso (Aston Martin) tuvieron desempeños discretos, lejos de la zona de podio, pero destacaron en su batalla personal, dejando chispas en la pista.
Mientras Verstappen brillaba, Sergio Pérez tuvo una jornada para el olvido. Tras clasificar noveno, el mexicano nunca encontró el ritmo para avanzar posiciones significativas. Aunque intentó capitalizar las estrategias de neumáticos, los errores y la falta de ritmo lo relegaron a la décima posición final.
La temporada ha sido un contraste doloroso para Pérez. A pesar de contar con el monoplaza más dominante, su rendimiento quedó muy por debajo de las expectativas, lo que inevitablemente genera dudas sobre su futuro en Red Bull.