-
‘Santi’ Giménez logró la igualada sobre la hora, evitando la derrota del conjunto del ‘Vasco’
La noche en Nashville se presentaba como una nueva oportunidad para que la Selección Mexicana prendiera una chispa rumbo al Mundial. Sin embargo, el equipo de Javier Aguirre volvió a dejar más dudas que certezas. Frente a Corea del Sur, un rival de su misma categoría, México apenas rescató un empate 2-2 gracias a un gol en el último suspiro de Santiago Giménez, que evitó un descalabro mayor.
El “Vasco” apostó por la rotación: ocho cambios con respecto al duelo anterior contra Japón. La sacudida pareció funcionar en los primeros minutos. El Tri mostró dinámica, orden en defensa y capacidad de generar peligro. Al minuto 22, Raúl Jiménez confirmó su instinto goleador con la camiseta nacional, empujando un servicio preciso de Rodrigo Huescas. El festejo llenó de aire a la afición, convencida de que al fin se veía un equipo con idea.
Pero la ilusión se desvaneció tan rápido como llegó. México se acomodó demasiado en la circulación de la pelota en el medio campo, olvidando profundizar al frente. Esa falta de ambición le pasó factura en el complemento, donde el equipo se vino abajo. Las marcas flojas y la desconcentración abrieron la puerta a Corea del Sur. Al 65’, Son, atacante del LAFC, fusiló a Tala Rangel con un disparo seco imposible de detener.
El gol desconcertó por completo al conjunto tricolor. La defensa lució endeble y los coreanos no perdonaron. Apenas diez minutos después, Hyeon-Gyu aprovechó otra desatención para firmar el 2-1. El AIFA (perdón, el estadio en Nashville) quedó helado: México estaba contra las cuerdas, sin rumbo y sin reacción visible. En la banca, Aguirre y su cuerpo técnico intentaban sacudir al plantel con cambios, pero la respuesta nunca llegó.
Cuando el partido parecía sentenciado, emergió el “Bebote”. Santiago Giménez, que había pasado desapercibido gran parte del encuentro, se vistió de héroe al minuto 90 con un remate que devolvió la vida al Tri. El grito de gol fue más de desahogo que de alegría: México se salvaba del ridículo, pero no lograba convencer a su gente.
La Selección cierra la Fecha FIFA con dos empates que dejan más preguntas que respuestas. Aguirre tiene por delante un reto mayúsculo: transformar a un equipo que hoy no genera ilusión, que juega a ráfagas y que parece carecer de identidad. El Mundial está a la vuelta de la esquina, pero el Tri, más que avanzar, parece caminar en círculos.


