Lo que prometía ser un duelo electrizante entre América y Cruz Azul terminó convertido en un partido sin emociones, sin goles y con más dudas que certezas. A diferencia de los últimos encuentros entre estos dos equipos, donde la intensidad y la calidad fueron protagonistas, esta vez ambos conjuntos optaron por la especulación y el miedo a perder, dejando a la afición con un empate sin brillo.
El técnico del América, André Jardine, sorprendió con una alineación conservadora, arrancando con una línea de cinco defensores y sin un centro delantero nominal, relegando a Víctor Dávila y Rodrigo Aguirre al banquillo. Del otro lado, Vicente Sánchez, en su primer gran reto como estratega celeste, no logró que su equipo encontrara la fluidez ofensiva esperada, lo que derivó en un partido carente de emociones.
Los primeros 45 minutos fueron un reflejo de la falta de ambición de ambos equipos. Cruz Azul dio el primer aviso con un gol anulado por fuera de juego en una jugada que había hecho ilusionar a su afición. América respondió con un disparo al poste, pero la acción también fue invalidada por un fuera de lugar de Alejandro Zendejas. Así, las dos únicas jugadas que levantaron a los aficionados de sus asientos terminaron en nada.
La tensión táctica fue mayor que la intención de atacar. Ninguno de los dos equipos quiso arriesgar de más y el resultado fue un partido trabado, en el que las defensas se impusieron y los arqueros prácticamente fueron espectadores.
Para la segunda mitad, el América mostró un poco más de intención ofensiva, logrando generar una llegada que terminó con un disparo desviado. Sin embargo, el ímpetu duró poco y el partido volvió a caer en la monotonía, con ambos equipos prefiriendo la seguridad antes que la osadía.
Jardine tomó una decisión que sorprendió a propios y extraños: sacó del campo a Zendejas, el único jugador que intentaba generar peligro, para darle ingreso a Jonathan dos Santos, un mediocampista de corte defensivo. Con este cambio, el América prácticamente renunció al ataque y optó por asegurar el empate sin goles, una postura que traicionó su tradicional estilo agresivo.
Aunque el marcador no se movió, el empate parece favorecer al América, que jugará el partido de vuelta con la ligera ventaja de que cualquier gol de visitante obligará a Cruz Azul a marcar dos. La Máquina, por su parte, deberá encontrar en Ciudad Universitaria la fórmula para romper la solidez defensiva azulcrema y, al mismo tiempo, evitar conceder un gol que complique su clasificación.
El desenlace de esta serie se definirá en una semana, y ambos equipos estarán obligados a ofrecer un espectáculo mejor que el de esta noche. Después de 90 minutos de fútbol insípido, la afición merece un duelo a la altura de la historia del Clásico Joven.
